Título: “Mi inesperado viaje hacia él”
Nombre y Apellido de la estudiante: Mía Giuliana Banega Bulla Grado: 7º “A”
Docente: Sergio Pestorich
Directora: Vilma Parada
En cuanto me relajé en mi cama, sentí como si algo me levantaba en el aire, cada vez iba más alto, no podía abrir mis ojos. Luego de un momento, siento que me sueltan y caí sobre un áspero y frío pastizal, por instinto, mis párpados se abrieron rápidamente y por fin pude ver una luz de atardecer. El viento caliente chocó contra mi rostro mientras intentaba levantarme del suelo. Al incorporarme pude distinguir un periódico en ese pastizal, diviso el año en la esquina de éste, me sorprendí al ver que era del año 1817 y hasta hace unos instantes, yo estaba en el 2021. De pronto, sentí que tocaban mi hombro, giré. Un hombre alto, de pelo negro y ojos penetrantes del mismo color me miraba… - ¿Cuál es su nombre, pequeño muchacho? – preguntó, en un tono algo frío, ese hombre de tez blanca. Al observarlo, me di cuenta que era un soldado e inmediatamente me paré firme y con mirada al frente… - Me llamo Benjamín, soldado – contesté rápidamente. - ¿Benjamín…? - Dijo, esperando con curiosidad que le dijera mi apellido. - Morales, Benjamín Morales – respondí. - ¿Eres de por aquí o estás perdido? – Interrogó con una mano en su espalda, la cual llevaba a un lado de su cadera derecha, pensando que yo sería un infiltrado realista. -¡Estoy perdido soldado!, ¡No crea que soy un realista! – dije con miedo a que me haga daño y sin contarle cómo llegué hasta allí, pensado que todo mi relato lo creería una locura. -¡Sígame! – me dijo, tomándome fuertemente del brazo, sin creerme lo que le había dicho, hacía unos instantes. Al llegar a una carpa grande, me soltó. - General, siento interrumpirlo, encontré en el campamento a este joven, dice estar perdido, podría ser un infiltrado realista – le relata el soldado. Al que llamaban General me hizo señas para que ingresara a la carpa. Al acercarme, dijo con vos alta y clara mirando al soldado… - Retírese un momento por favor y gracias por avisarme – sonrió con la boca cerrada, el soldado se retiró de la carpa. Mira hacia mí…- Quédese tranquilo, sé por instinto que no es un infiltrado – dijo al darse cuenta de mi mirada que seguramente reflejaba miedo. Al instante de mirarlo bien, me di cuenta que era el mismísimo José de San Martín. - ¿Usted es el General San Martín? – dije sin creer lo que estaba sucediendo. - Sí, soy San Martín – comunicó y soltó una pequeña risa a ver lo sorprendido que estaba yo por su afirmación. - Disculpe, sé que le sonará una locura… Yo vengo del futuro – admití… - Año 2021, para ser más exacto, le continué explicando. - ¿Puedo preguntarle algunas cosas? ¿Sabe?, en mi escuela estuvimos hablando de usted y me gustaría saber un poco más – expresé. Noté que se sorprendió cuando mencioné de dónde venía, pero se notaba que estaba calmado y tranquilo. - ¡Claro!, puedes hacerme preguntas pero, ¿cuál es tu nombre? – indagó con curiosidad mientras tenía entre sus manos una cadenita, de esas que tienen retratos dentro. Él, al notar intriga en mi mirada, la abrió y me dejó ver esos dos retratos, explicándome que una de esas personas era su hija Merceditas y la otra, su esposa Remedios. Contesto a su pregunta – Mi nombre es Benjamín Morales – Hice una pausa y seguí hablando - ¿Las extraña? – pregunté sabiendo la respuesta y sintiéndome triste por él al estar alejado de ellas. - Por supuesto que las extraño, son lo más preciado e importante que tengo – dijo melancólico – Pero tú hazme las preguntas que te responderé – me aclara. - ¿Qué es lo más importante para usted, General? – le consulté. - Como te dije antes, la familia, pero también el pueblo, la independencia – afirmó con seguridad en sus palabras. - Son muchas cosas por las que lucho, para que mi querida hija y muchos otros niños y niñas crezcan con igualdad y sin la dominación española. Lo hago para que vivan libres de ellos. Por eso, nunca me rendiré – argumentó con claridad y firmeza. - ¿Cómo logró el cruce de los Andes, aún, estando enfermo? –le pregunté. -Veo que sí sabes bien de mí… - me dijo sorprendido y continuó – Pensé en cómo se sentirían los pueblos de otros países y su gente si no los libero. Me sentiría en falta de haber tenido la oportunidad de hacerlo y no intentarlo. – respondió. - ¿Una frase que siempre tenga en mente, que lo motive a seguir adelante? – indagué con ansias. - Hay varias, muchacho, pero la que más llevo en lo profundo de mi ser es “seamos libres, lo demás no importa nada”, que podamos vivir en paz, sin tener que depender de una dominación… - finalizó. Por detrás de él, observé un juego de ajedrez con una partida empezada, en una pequeña mesa y recordé, por lo que había aprendido en la escuela, que era un gran estratega. Al momento me dijo… -¿Tienes sueño?, Te noto cansado. ¿Quieres recostarte aquí? Señalándome una especie de catre. Asentí con la cabeza afirmativamente – Sí, por favor – dije, mientras presentí que me iría pronto de esa época. Me guió hacia ese catre y me recosté. Le agradecí mientras él sonreía, sabiendo que después de que yo cerrara mis ojos y me relajara, no lo vería en ningún otro momento. - No es nada, descanse joven y nunca deje de soñar y de creer en la libertad… – fueron sus últimas palabras antes de retirarse de la carpa. Luego de unos segundos de cerrar mis ojos, volví a sentir la misma sensación de antes de llegar allí. Cuando me sentí elevar, caí sobre la, ahora fría, pero cómoda cama de mi habitación. Me quedé reflexionado sobre lo recientemente sucedido, en las muy buenas intenciones que el General tuvo para muchos países. Así como él me cobijó, me cuidó, lo continuaría haciendo con los países en sus siguientes batallas libertadoras Un hombre de bien, muy valiente, generoso, justo, sencillo, humilde, un gran ejemplo a seguir. Fue la primera vez, en todos mis años de vida que llevo hasta ahora, en donde conocí a alguien tan maravilloso. No hay muchas personas como él, creo que en la actualidad todo se hace por un bien propio, sin mirar al prójimo, sin ver sus necesidades… Fue un honor para mí poder conocer a un grande de nuestra patria, mi General San Martín.
Mía Giuliana Banega Bulla
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